Ciencia y valores

Valores epistémicos y no-epistémicos en la ciencia actual

La ciencia es una producción social, por eso está influenciada por el contexto histórico, social y cultural en el que se produce. Y por eso se pueden deducir valores epistémicos y no epistémicos de sus resultados. Entre los valores epistémicos, intrínsecos a la generación de conocimiento, podemos citar la simplicidad de un enunciado científico, la facilidad de uso de las herramientas para realizar los cálculos, la precisión de las observaciones, la fiabilidad de las pruebas recabadas…. Los valores no epistémicos, por su parte, pueden ser los intereses económicos creados en torno a una investigación, el contexto político, o sea, las conveniencias políticas que acompañan a la aprobación de un proyecto, las necesidad sociales o económicas que se generan en torno al ámbito de investigación, así como la propia relevancia social que alcanzan algunos logros de la ciencia son algunos ejemplos.

Un ejemplo más concreto: el Proyecto Brain. En 2013 , el entonces presidente de EEUU Barak Obama, presentó un proyecto dirigido a elabrar el mapa de toda la actividad cerebral. Un proyecto en el que se iban a invertir 100 millones de dólares con el objetivo de investigar, por ejemplo, las causas de enfermedades como el parkinson o el alzheimer.

Valores epistémicos: Los avances tecnológicos que permiten registrar e identificar la actividad de las neuronas y la creación de una red de ordenadores capaces de analizar todos los datos obtenidos hacen posible aplicar al proyecto los 5 valores definidos por Kuhn: Precisión • Coherencia • Amplitud • Simplicidad • Fecundidad

cuestiones no epistémicas: El contexto político en el que se aprueba el proyecto, en un momento en el que Obama quiere revolucionar el sistema de atención médica de EEUU. La Unión Europea presentó el mismo año el proyecto Cerebro humano, con objetivos similares. La competencia entre países es un potente acelerador de proyectos científicos. Además, podríamos añadir también en esta lista los factores económicos ( el retorno de la inversión en caso de conseguir líneas de investigación contra enfermedades muy prevalentes) y sociales (prestigio y reconocimiento mundial).

¿Hasta qué punto podría estar el debate sobre los valores influido actualmente por la presión de las pseudociencias?

Uno de los argumentos que utilizan quienes defienden las pseudociencias para criticar a quienes formulan hipótesis mediante el método científico es que su trabajo está severamente influenciado por entidades, normalmente empresas, que defienden sus intereses económicos ( o políticos, cuando hablamos de entidades- gobiernos). Los valores que achacan a la ciencia son, por tanto, mercantilistas. O se someten al capital o a la ideología dominante.

Una hipótesis mal desarrollada, por ejemplo, sin intencionalidad es un fallo, una linea de trabajo que no ha resultado. Cuando Los planteamiento pseudocientificos, tomemos como ejemplo la homeopatía, generan toda una serie de postulados, que no soportan el escrutinio del método científico, se suele argumentar que la ciencia no es capaz de explicar todo. En este sentido, modifican el sentido de los valores al prescindir, por ineficaces, de los valores epistémicos, para centrarse en cuestiones prácticas (ideología, intereses económicos, contexto cultural, etc..) Si prescindimos de los aspectos más objetivos, las motivaciones prácticas resultan mucho más fáciles de moldear para conseguir los fines deseados,

Filosofía feminista de la ciencia

Que la ciencia se plantee como la generación y validación de conocimiento desde un planteamiento de neutralidad y objetividad genera, a mi entender, la principal crítica desde el punto de vista feminista. La ciencia se ha modelado durante siglos como una actividad netamente masculina y, como construcción social que es, reproduce, además, modelos que se han vuelto universales en la sociedad. Modelos en los que hay diferencias en los valores que se asocian a hombres y mujeres, en los que se adjudican diferentes roles y en los que el acceso de la mujer al conocimiento se ve limitado por diferentes razones de forma más habitual que en el caso de los hombres.

Las desigualdades de género pueden reproducirse en el ámbito de la ciencia en diferentes niveles, desde el propio acceso a la carrera científica hasta el lugar que se ocupa en el escalafón, si hablamos de mujeres científicas. Si nos fijamos en el propio conocimiento generado podemos encontrar numerosos ejemplos que, al margen de la pretendida neutralidad, reproducen la desigualdad: ensayos clínicos con animales macho, porque son más fáciles de estudiar, o pruebas médicas con ausencia o infrarrepresentación de mujeres, libros de texto y museos con un porcentaje escasísimo de menciones a mujeres, ilustraciones sobre evolución humana en las que solo aparecen varones, y un largo etc…

En un contexto, el de Europa Occidental, en el que se hace hincapié en la necesidad de lograr la igualdad de género, que las mujeres queden relegadas a ámbitos de la ciencia y puestos concretos es una de las grandes asignaturas pendientes. La otra cuestión cómo corregir las consecuencias que esa desigualdad pueden tener en la propia producción del conocimiento, eliminando los sesgos de género que todavía perduran. En este sentido, una de las críticas más rotundas desde el feminismo es para los análisis sociopolíticos e intelectuales basados en los «hechos biológicos» que diferencias a hombres y mujeres. Los argumentos biológicos deterministas han conducido a políticas destinadas a mantener el status quo. Este tipo de argumentos, por cierto, han sido utilizados a menudo a la hora de hacer divulgación, lo que ha contribuido a darle un cariz «científico» a cuestiones que inciden en la desigualdad simplemente porque la capacidad craneal, o el tipo de hormonas, son diferentes en unos y otras.

Volviendo al argumento inicial, lo que el feminismo dice es que el conocimiento científico no se puede considerar libre de errores simplemente porque sus hipótesis se han sometido a diferentes y diversas pruebas. Si ha habido sesgos de género en algún planteamiento, ese conocimiento no es realmente tan objetivo. Introducir la ideología de género en la formación de las personas que se dedicarán a la ciencia contribuiría, a mi juicio, a conseguir un conocimiento más cerca de esa neutralidad.

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