La tercera cultura

En 1964, cuando Charles Percy Snow publica la segunda parte de su libro «The Two Cultures», titulada “A Second Look”, reafirma su preocupación por la falta de diálogo entre las dos culturas, la literaria y la científica, pero matiza que esa división «no es tan infranqueable» en Estados Unidos, donde la enseñanza superior es más «flexible» que la británica. Snow considera que es peligroso mantener la incomunicación en un tiempo en el que la ciencia es la llave del progreso y señala como algo necesario para «apreciar en qué consisten los problemas» que se produzcan, precisamente, cambios en la enseñanza.

Cuando apunta la existencia de una tercera cultura que se aproxima, dice que la conforman intelectuales procedentes de campos como la historia, las ciencias sociales, la psicología, disciplinas interesadas «por el modo en que los seres humanos viven o han vivido». Una vez consolidado este tercer espacio, confiaba entonces, debería favorecer el contacto y el diálogo con la cultura científica.

Por su parte, la exposición que realiza sobre la tercera cultura John Brockman no implica a científicos que dialogan y tienden puentes con los intelectuales del ámbito de las humanidades, con o sin el concurso de las ciencias sociales. Lo que plantea es que científicos y pensadores empíricos que se comunican directamente con el gran público a través de sus publicaciones han tomado el lugar de los intelectuales de letras y han asumido el papel de tercera cultura «que prescinde de intermediarios y procura expresar sus reflexiones más profundas de una manera accesible al público lector inteligente».

Brockman, como Snow, ve en los logros de la ciencia la herramienta para el bienestar de la sociedad pero no plantea su análisis en términos de diálogo, sino de sustitución: «Lo que estamos presenciando es el paso de la antorcha de un grupo de intelectuales, los intelectuales de letras tradicionales, a un nuevo grupo, los intelectuales de la tercera cultura que emerge». En este nuevo paradigma, los científicos, que tradicionalmente no habían establecido gran contacto con el público, pasan a ser conocidos, y reconocidos, como antes lo eran escritores o artistas.

Snow, en suma, aconseja el acercamiento de posturas, un diálogo entre especialistas que se han dado la espalda durante demasiado tiempo. Brockman, sin embargo, muestra mayor confianza en el hecho de que los pensadores de la tercera cultura sean científicos que escriben sobre ciencia, convertida así «en un gran relato».

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