Marta Macho es profesora en el Departamento de Matemáticas de la UPV-EHU y una de las divulgadoras más veteranas y conocidas de la universidad vasca. En los últimos 24 años ha participado y coordinado ciclos de conferencias como «Un paseo por la geometría», «Cultura con M de matemáticas» y «Ellas hacen ciencia», que tiene como objetivo dar a conocer el papel de las mujeres en la historia de la ciencia y el trabajo de investigadoras actuales. Desde 2014, esta vocación por visibilizar a las científicas se traduce en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV-EHU. Activa participante en la Semana de la ciencia, su trabajo de divulgación de las matemáticas y su compromiso con la promoción del conocimiento científico entre las mujeres le han valido reconocimientos como la medalla de la Real Sociedad Matemática Española y el Premio Emakunde a la igualdad, que le fue otorgado en 2016. Marta Macho es coautora de ‘Mujeres en la Ciencia’, una guía didáctica sobre el papel de las mujeres en la historia de la ciencia y su labor divulgativa se extiende a Twiter y a los medios de comunicación. Es, desde la creación de Mujeres con ciencia, colaboradora del programa de Radio Euskadi La mecánica del caracol, donde comparte las historias de mujeres que han jugado un papel, a menudo relevante y casi siempre desconocido, en el progreso de la ciencia. Como explica en esta charla, su pasión es divulgar «en directo», ante el público, algo que realiza allá donde se lo piden, desde centros escolares y universidades a a asociaciones culturales.
En tiempos en los que la divulgación científica era bastante minoritaria, ¿qué te impulsó a dedicarte a estas actividades? ¿Cuál fue el primer canal de comunicación que utilizaste?
Comencé con la divulgación hacia 1995. Mi amigo y compañero de la UPV/EHU Raúl Ibáñez comenzó a organizar unos seminarios informales para el alumnado de un curso de geometría que impartía. Quería hablarles de esas cosas que no se suelen contar en clase por falta de tiempo, pero que muestran de manera informal las muchas aplicaciones de las matemáticas. Me invitó a dar una charla, que creo que fue un tanto espesa porque quería contar demasiadas cosas. Este seminario se convirtió posteriormente en el ciclo “Un paseo por la geometría” –organizado por Raúl y por mí misma–. Durante quince años pasaron por este ciclo profesionales de las matemáticas, de otras ramas de la ciencia o del arte para hablar de manera asequible de temas relacionados de algún modo con la geometría. Ese fue mi comienzo en la divulgación. Desde ese momento, coorganicé actividades diversas e impartí conferencias en centros sociales y educativos, con las matemáticas (y la cultura) como base y objetivo. A partir de 2010 empecé a escribir con frecuencia en el blog ZTFNews.org de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU. En 2012 pasé a coordinar las secciones de “Literatura y matemáticas” y de “Teatro y matemáticas” en el portal Divulgamat. Y desde entonces no he parado…
En la actualidad, ¿crees que ha aumentado el interés de las personas que se dedican a la ciencia por hacer divulgación? En cierta manera ¿se ha puesto «de moda» o se ha visto la importancia que tiene contribuir a la cultura científica de la sociedad? ¿Puede influir que se incluya como requisito en proyectos o que se valore o se plantee valorarlo como mérito profesional?
Bueno, supongo que hay de todo un poco. En nuestros comienzos nos criticaban bastante. Mucha gente pensaba que aquellas personas que nos dedicábamos a la divulgación lo hacíamos porque no éramos buenas investigadoras… casi por hobby. Ni se valoraba ni contaba para nada. Creo que muchas personas divulgan ahora porque piensan de verdad que es importante y porque es una actividad satisfactoria. Pero también es cierto que la divulgación se exige cada vez más en cualquier centro de investigación. En muchos proyectos importantes, uno de los requisitos para obtener financiación es el de realizar actividades de difusión o divulgación. Así que, aunque muchos no se lo creen, están obligados a divulgar. Y además hay que hacerlo bien. Hay mucha gente en este momento haciendo divulgación y para que se valore hay que hacerlo bien, no solo son necesarios los medios. Son esenciales las personas que lo hacen realmente bien.
Se divulga ciencia a través de libros, blogs y medios de comunicación, se organizan charlas y eventos en diferentes formatos, ferias de ciencias, se utilizan las redes sociales… ¿hay alguna fórmula o canal de información que te resulte especialmente útil para hacer llegar la ciencia a la sociedad?
Me gusta fundamentalmente el directo… no hay nada como tener delante a las personas a las que quieres contar cosas, ver sus reacciones, volver a explicar aquello que ves que no les ha quedado claro… Quizás sea por mi faceta docente y porque estoy muy acostumbrada a mirar mucho a mi alumnado para saber qué está pasando en el aula. A lo mejor llega a poca gente, pero creo que “el directo” es lo más efectivo. Ver algo grabado pierde en espontaneidad, no puedes preguntar. Pero lo uso todo. Además de dar un montón de charlas, escribo en muchos medios y dedico tiempo a las redes sociales. Todo suma, todo cuenta.
¿Cuáles son a tu juicio las claves de una buena historia sobre ciencia?
Al contestarte estoy pensando fundamentalmente en matemáticas, que es mi especialidad. Creo que la historia debe de conectar con lo que la gente conoce, con algo cotidiano, con algo cultural. Se pueden contar cosas complejas usando metáforas, símiles. Eso no significa trivializar la historia, solo recurrir a un lenguaje asequible a tu público. Una buena historia debe contarse con pasión, con rigor, con humildad, con cercanía. Debes estar muy atenta a quien se lo vas a contar. Si no conectas, da lo mismo lo que cuentes…
¿Qué objetivos tiene Mujeres con ciencia y cómo valoras la red de colaboraciones y complicidades que se va tejiendo en torno al blog?
Juan Ignacio Pérez, el responsable de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU (a la que está vinculada Mujeres con ciencia) justifica su creación aquí: El blog desea hacer visibles a las mujeres que han hecho y hacen ciencia para crear referentes y normalizar una situación injusta: la ocultación sistemática de los aportes de las mujeres las disciplinas STEM. Tenemos que convencernos de que la ciencia no es una actividad exclusivamente masculina. Y por ello mostrar a estas científicas, sus luchas, sus aportes, sus vidas, sus contribuciones al avance de la ciencia y a la mejora de la vida de las personas, es esencial. El idioma elegido es el castellano para que un público más amplio pueda leer los contenidos. Lo hacemos de maneras diversas, con formatos diferentes que pueden ser atractivos a públicos diversos: biografías de pioneras, entrevistas, recomendación de libros sobre o escritos por científicas, vídeos de conferencias impartidas por mujeres… Nos consta que sus contenidos se usan mucho en centros educativos, y eso nos hace ver que se están cumpliendo los objetivos. Me hace especial ilusión esa complicidad de la que hablas. El blog comenzó a rodar despacio, sin prisa. Hemos trabajado mucho las redes sociales, publicando contenidos variados sobre cada entrada, respondiendo a mensajes o consultas… las redes nos han ayudado a crecer, aunque ahora la mayoría de las visitas son directas. Creo que la riqueza del blog radica en la variedad de contenidos y en las muchas personas que colaboran con su formación diversa y sus miradas dispares. Algunas personas se ofrecen a escribir sobre alguna científica en particular –o sobre algún contenido relacionado con mujeres y ciencia– porque en Mujeres con ciencia esa biografía tendrá mayor repercusión. Otras –sobre todo periodistas o personas que quieren trabajar en periodismo científico– me han pedido colaborar pidiéndome que les proponga yo misma una mujer sobre la que investigar. A veces pido republicar algún contenido de otro espacio digital, y nunca se han negado. La verdad es que todo el esfuerzo que hemos realizado a lo largo de estos años (¡ya son cinco!) está teniendo sus frutos, cada vez más personas se interesan sobre el tema. Entiendo que ponemos nuestro granito de arena para que las cosas –ojalá– empiecen a cambiar.
