El filósofo de la biología Elliot Sober ofrece una lección magistral sobre las funciones que desempeñan los genes en “El significado de la causalidad genética”, publicado como apéndice dentro del libro Genética y Justicia escrito por Allen Buchanan, Dan Brock, Norman Daniels y Daniel Wikle. Hace años ya que está moda relacionar todo tipo de rasgos, incluidos virtudes y defectos, con la dotación genética de cada uno. Más aún, se generaliza hablando de genes en clave exclusivamente de herencia genética y se obvia la influencia del entorno, lo que al final da una imagen muy reducida del tema. En una sociedad en la que se plantean debates a nivel científico, ético e incluso político sobre temas como la selección de embriones en reproducción asistida o la edición genética, una idea tan vaga de los procesos en los que están involucrados los genes difícilmente permite tener una opinión razonada al respecto.
Explica Sober que descubrir qué genes contribuyen a qué rasgos hace posible, por ejemplo, el consejo genético reproductivo, un proceso que identifica el riesgo de padecer una enfermedad hereditaria y que ha reducido la frecuencia de ciertas enfermedades que se transmiten de padres a hijos. Este sería uno de los casos más comunes hoy en día para explicar cómo los avances en genética se materializan en protocolos sanitarios.
Lo que plantea la edición genética, sobre todo a raiz del desarrollo de los sistemas CRISPR, es mucho más ambicioso : ser capaces de modificar el funcionamiento incorrecto de uno o varios genes que influyen en enfermedades. La esperanza de poder curar síndromes como la anemia falciforme o distintos tipos de ceguera introduciendo cambios en el ADN promete un nuevo paradigma en medicina.Es deseable que la sociedad conozca cuestiones que son clave para entender el funcionamiento de los genes, la herencia genética y cómo interactúan genes y entorno para producir rasgos en general y enfermedades en particular. Qué genes importan en cada caso, en qué medida contribuyen a que exista esa enfermedad y cómo lo hacen puede ser una información que se limite a los expertos y las personas interesadas en conocer con mayor profundidad el tema. Pero si se quiere tener una opinión fundada y con base científica sobre ejemplos como los expuestos, es importante que existan, al menos, esos conocimientos básicos.
El nacimiento en China de dos gemelas cuyo ADN fue modificado mediantes CRISPR para evitarles la transmisión del virus del VIH por parte de su padre seropositivo es un ejemplo concreto de debate público sobre el futuro de la investigación genética. La comunidad científica internacional reaccionó de forma prácticamente unánime denunciando la mala praxis del científico responsable de la investigación. Rechazo casi unánime, por cierto, porque otro científico ruso ha mostrado su disposición a repetir el experimento en cuanto sea posible. Ante posicionamientos por parte de la opinión pública, digamos, extremos ¿cuál debe ser la forma de plantear un debate sereno sobre la edición genética? Sin duda, desde planteamientos que garanticen la veracidad y fiabilidad de los argumentos.
En este posible debate puede haber quien piense que el propio concepto de introducir cambios en el ADN de una persona sea antinatural. El fin no justifica los medios. En el otro extremo, sin embargo, se puede plantear que los avances científicos deben ponerse cuanto antes al servicio de las personas que sufren por motivos de salud. Finalmente, en el centro del debate deben estar los hechos que la ciencia va confirmando, y que avanzan a un ritmo, ciertamente, que puede parecer desesperantemente lento. Como explica Sober el componente genético y ambiental plantea tal gama de relaciones con el fenotipo de las personas que solo gracias a estudios moleculares muy detallados empezarán a desentrañarse. Todos esos pasos, un avez confirmados, deben ser divulgados en la sociedad para que cualquier cambio legal o innovación médica sea comprendida.
